dijous, 10 de gener del 2013

Lejos.

Lejos. Donde quieras que estés. Lejos todos dicen. No sé donde, nadie lo sabe. Te escribo y te vuelvo a escribir. Día tras día. Pero, ¿dónde tengo que enviar todas las cartas escritas?  Espero una respuesta. Lejos o cerca puedes estar. Yo ya no sé que llegar a creer. 
Me imagino que estas a mi lado, pero no estas. Me imagino que vas a volver. La esperanza nunca se pierde. Te fuiste. Tantas cosas que decirte, tantas cosas que no llegue a contarte por miedo a tu reacción y ahora me arrepiento como tonta que fui. Me queda el recuerdo del brillo de tus ojos, la magia de tu sonrisa. Imaginar el calor de tus brazos a mi alrededor. Me quedan las fotos que solo hablan de recuerdos para poder creer que volverás. Recuerdo esa primera vez que te vi. Ese instante marcado en mi corazón. Esa ventana, esas primeras palabras. El cielo estrellado. Todo tan perfecto. ¿Por qué tubo que acabar? ¿Por qué  no estas para seguir con eso? ¿Por qué? 
Cierro los ojos y me imagino que vuelves. Cierro los ojos y vuelvo al pasado. Cuando tu seguías a mi lado, cuando me decías que nunca te ibas a marchar y ahora ya no estas. Aprieto bien los ojos para pensarte bien fuerte, para que se llegue hacer realidad todos mis sueños. Y de repente estallo. Lagrimas recorren mi rostro sin piedad. Nacen en mi corazón para morir en un pañuelo. Estallo de rabia, de sufrimiento. Estallo por echarte de menos sin compasión. Lloro durante horas. Larga noche sin dormir. 
No me puedo llegar a imaginar volver a estar sin ti. Formaste parte de mi durante una etapa de mi vida y no sé continuar sin que estés a mi lado. Algún día tendré que sonreír por haberte perdido. 


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